Una mirada al horizonte
Quizás sería necesario tomar conciencia de nuestro cuerpo desde una perspectiva histórica evolutiva, entender como las distintas adaptaciones que se han producido a lo largo de millones de años de evolución nos han configurado como una especie más dentro del complejo mundo animal. Se me hace también obligada la cita del pionero de la genética Theodosius Dobzhansky que nos invita a la reflexión y que de manera acertada sentenció; “Nada en la biología cobra sentido si no es a la luz de la evolución”
La principal razón por la que le sugiero una especial atención a cómo evolucionó nuestro cuerpo humano es nuestra historia biológica, ya que nos brinda la oportunidad de conocer mejor a qué estamos adaptados y a qué no y, por ende, el por qué enfermamos o nos lesionamos. Hacer acopio de este conocimiento nos permite por un lado prevenir las enfermedades y por otro tratarlas.
Podemos aseverar que gran parte de las características de nuestro cuerpo humano fueron fruto de los ambientes en los que se desarrollaban, adaptaciones evolutivas ligadas a los nichos ecológicos que les posibilitaban la sobrevivencia. Desde la paleontología (ciencia que estudia a nuestros ancestros a través de los fósiles) tenemos una multitud de testimonios de nuestros antepasados distantes, los humanos ya modernos, los cuales no padecieron enfermedades como la diabetes o la obesidad y que en la sociedad de la opulencia se han convertido en una auténtica pandemia a nivel planetario.
La explicación a todo ello son las inadaptaciones de nuestra especie a los ambientes modernos que nosotros mismos hemos creado y que nos hace enfrentarnos, en nuestra vida diaria, a dietas modernas y la falta de ejercicio físico, y cuyas consecuencias están siendo, en no pocos casos, dramáticas. En definitiva, modos de vida que distan y mucho de aquellos ambientes a los que estábamos vinculados adaptativamente como especie para poder sobrevivir.